miércoles, 16 de marzo de 2011

Ensayo

En la entrada anterior los invitaba a la escritura modesta y la lectura loca. Aquí les ofrezco la oportunidad de enloquecer. 
Inicialmente, al ser escrito, se llamó "Ensayo sobre mi estupidez". Hoy prefiero - por muchos motivos, alguno de ellos optimista - presentarlo como "Ensayo". 

¿Por qué me siento más auténticamente yo cuando estoy sola?
Tengo que hablar del amor y del temor. Del amor como temor. Del amor como miedo.
Tengo que hablar de mi heterosexualidad y del deseo de la virilidad. La mía y la del otro.
Del dominio y la libertad. Del ser libre y del estar sola. Del estar con otro y ser dominada.
Del temer al otro como espacio de pareja. Inhabitable, pero espacio. Del entrar con entusiasmo, del desear quedarme, de la permanencia aplastante, del necesitar salir. Y de ser yo de nuevo, yo más auténtica, yo, si sola.
¿Por qué la sensación de estar amando se une al estar temiendo? Temiendo que el otro se vaya, temiendo que el otro no tema, temiendo.
¿Por qué en algún punto, en algún instante, la simetría inicial se me vuelve dominación? ¿Por qué la entrega generosa, el don, se me vuelven obligaciones, expropiación, demanda infinita e insoportable?
¿Por qué no se me hace a la mano la agresividad, la mía, como autodefensa? ¿Por qué tanta paciencia para con la agresividad del otro?
¿Por qué mi único límite posible es el definitivo?
Limitar, agredir, devolver, accionar… contra el otro, para el otro y para mí. ¿Por qué no reinstalar la simetría en el espacio para tornarlo más habitable, más equitativo, más propio y menos ajeno, menos robado, menos quitado, menos ofrecido y retirado?
¿Cuál es mi deseo de virilidad, virilidad del otro y virilidad mía? ¿Qué sostiene mi deseo, que es deseo de estar pero colapsa con el temor y que es deseo de irse, por tanto?
Deseo de poder. Poder para mí, no sobre mí. Poder cohabitar. Poder estar. Poder quedarme.
¿Cuál es mi estupidez, mi infantilismo, mi primitivismo, que hace posible la inhospitalidad del espacio deseado? ¿Cuál es mi fantasía, su arquetipo, su mito fundante, que hace lo deseable imposible de seguir siendo deseado? ¿Qué heroína trágica, entre la pura pasividad dominada y la pura acción liberada, estoy interpretando tan torpemente?
De la dicotomía del yo y algún nosotros. Del puro poder ser y el nihilizarme inaceptable.
De lo que acepto y luego, no. De las condiciones de cualquier “contrato”. Del no contratar, del no pactar, del no ceder, del no otorgar.
Torpe, estúpida, infantil, absurda estructura.
Mecanicismo de la acción y nomologicismo del sentido. Absurdo. Absurdo es seguir habitando el mismo espacio dicotómico. Del ser libre o no serlo. Del estar o no estarlo. Del adentro o el afuera. Del todo o nada.
¿Cómo será estar, estar amando, permanecer en el relato amoroso, sin temor, en la autenticidad, en el no temer ser auténtica? ¿Con la falta como el “aún no” y no como defecto, carencia, degradación? ¿Cómo no temerle a la falta y tener alguna, alguna falta, con la que se pueda vivir?
Ser yo y sin miedo. Ni al otro. Ni a mí. Ni a mi falta. Ni a los “ni”.
Insensatez del sí completo. Innecesario.
Y vivir el adentro más ampliado, más grisáceo en sus bordes, más difuso, más gradual, más desvanecido en sus fronteras. Ni todo adentro ni nada afuera.
Ni pura inteligencia ni toda estupidez. Sin temor a ser algo tonta, algo común, algo incompleta. Libre de la totalidad y de los totales adjetivos. Libre de culpa y culpabilización.
Se trata de seguir el deseo de libertad abandonando el deseo como dominio. Ni ser dominada, ni tener que liberarme. Desear ser libre con otro. Libres en yuxtaposición. Que el deseo no pase por el dominio, que la liberación no se vuelva deseable. Que se pueda estar sabiendo que se puede no estar, no estar en algo, no estar de algún modo, no estar en algún momento, no estar en todo. Ni en todo, ni puro adentro, ni pura prisión, ni puro malestar.
¿Cómo dejar de invitar al arrasamiento? ¿Cómo dejar de invitar a entrar? ¿Cómo ofrecer el límite, el del cuerpo, el del tiempo, el de los espacios, el de los pensamientos, el de las energías, el de las esperas, el de la paciencia, el de la inteligencia?
¿Cómo empezar a ofrecer el grito y no la lágrima, el “basta” y no el “más aún”? ¿Cómo faltar al otro, cómo no entregarlo todo, cómo no esperarlo, tampoco?
Quizás, en la honestidad del deseo, que es a la vez egoísta y donante, deseo de tener y deseo de dar. Deseo de estar, y quedarse, y habitar, y permanecer, sin ser promesa, sin ser acuerdo, sin ser garantía.
Sólo así es un deseo libre, sin ser deseo de libertad. Y es un deseo como don de mí al otro en falta, con falta, en la falta y con el otro en sus faltas.  No como dominio, no como usufructo de poder. Sin Señores ni Señoras. Sin ser de. En el ser con.
Siendo auténticamente. Siendo yo, un yo, este yo. Sólo eso, hasta ahí, en el límite.

6 comentarios:

  1. ¿Será posible poder responderse a sí mismo todas esas preguntas? Mi pregunta es torpe, porque la respuesta está prácticamente en el ensayo. Entonces me plantea la siguiente cuestión: ¿será necesario aprender a vivir con la incertidumbre, y entre el vivir con aquélla y el negarse, ser como Noé (qué bíblico... :P) y construirse un arca para navegar en la experiencia, habiendo recogido lo mejor de cada cosa y también lo peor?
    Cuando pienso en el amor, la única respuesta de todas que me doy es que cuando se parte hacia él se me convierte en una necesidad para algo que está más allá de mi comprensión. No sé si estoy siendo coherente con tu texto, pero esa consciencia de virilidad me hace pensar en el otro que debe amarla en ti. Entonces es necesaria la desintegración parcial, porque, al otro amar la virilidad tuya, entrega un poco - o mucho - la suya. Y lo mismo contigo (la mujer), que se desintegra también. Y de ese caos veo mi respuesta, incierta, de tener que aceptar la posible mezcla que se devuelve de la unión, o del acercamiento, mejor dicho, de ambos.

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  2. FP o JP, no puedo sino volver a sorprenderme de cuánto me conocés y cuánto me entendés. Hay mucho de lo que decís que me deja pensando... la virilidad que le robo al otro, sin duda, es un gran resumen de mi paradoja. Hoy una amiga me decía: "lo que pasa es que vos a veces intimidás a los hombres". Puede ser realmente cierto eso? no sé... no nos intimidamos unos a otros cuando nos atraemos, cuando el otro se vuelve objeto de deseo y amor y eso nos intimida, porque nos saca de ese falso centro de protección y resguardo que llamamos tan fácilmente "yo"? en ese caso "yo" no tendría nada "especial" respecto de cualquier otro que "enamora".
    Tengo que pensar para escribir... prometo responder pronto.

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  3. Es tan, tan complejo lo que planteas,que me deja meditando sobre,innumerables puntos que expones..sin embargo lo que escribes deja expuesto que somos tan volubles y tenemos tanta historia encima, que somos lo que hemos vivido y el cómo hemos aprendido a vivir y reaccionar frente a la felicidad del caos que estar con alguien y que eso funcione de la forma más equilibrada posible y que es en gran parte tú planteamiento, del egoísmo propio y de la generosidad,del temor y del deseo latente,del ser tal cómo uno es pero ser lo que el otro desea que seamos para complacernos,del someter y del sometimiento.
    Lo único que puedo decir es que me encanta cuando escribes y el "cómo escribes, que eres abierta en el decir lo que sientes y poder reflejarlo en palabras de manera tan real y compleja a la vez.sigue haciendolo que seguiré deleitandome con tus escritos...te requiero!
    Cristián.

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  4. Me quedo sin aliento al leer esto. Pienso en que mi virilidad esta en desequilibrio. Razono y no... He amado querido y odiado sin sentir vascilacion. Por eso soy claro en decir que el amor "filia" existe. Es real. Se siente. Se vive. Lloro con y por mis amigos. Río y siento su pasar aun sin estar con ellos. La compenetración es tal que aveces me sorprendo al llamar en el momento oportuno. Preciso de su alegría u/o dolor. Gracias por encontrar almas gemelas capaces de vivir mi realidad. Me precio de mis amigos. Pocos pero buenos. OS amo con todo el corazón en este cosmos infinito.

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  5. Me quedo sin aliento al leer esto. Pienso en que mi virilidad esta en desequilibrio. Razono y no... He amado querido y odiado sin sentir vascilacion. Por eso soy claro en decir que el amor "filia" existe. Es real. Se siente. Se vive. Lloro con y por mis amigos. Río y siento su pasar aun sin estar con ellos. La compenetración es tal que aveces me sorprendo al llamar en el momento oportuno. Preciso de su alegría u/o dolor. Gracias por encontrar almas gemelas capaces de vivir mi realidad. Me precio de mis amigos. Pocos pero buenos. OS amo con todo el corazón en este cosmos infinito.

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